Jesse Owens (1913-1980)
Porque los nazis habían planeado la olimpiada de 1936 como una demostración de sus tesis sobre la supremacía de la raza aria, las cuatro medallas de oro de Jesse Owens fueron demoledoras. La ideología nazi clasificaba a las personas en razas cuya herencia genética determinaría su capacidad para vencer, someter y exterminar al resto de razas. La raza blanca aria estaba en la cumbre de esa pirámide racial, así que las victorias de Owens en las carreras de 100 m., 200 m. y relevos 4x100 m., además de salto de longitud, eran más que una humillación para Hitler y sus amigos.
Pero el racismo no era una ideología exclusiva de los alemanes: a su regreso a EEUU, Owens no fue recibido por el presidente de los EEUU, Roosevelt y siguió sin poder dormir en los mismos hoteles ni subir en los mismos ascensores que los blancos.
Wilma Rudolph (1940-1994)
Wilma Rudolph ganó tres medallas en las olimpiadas de 1960 en Roma: en 100 m., 200 m. y relevos 4x100m., estableciendo los récords del mundo en estas disciplinas. Cuando era una niña, Wilma contrajo poliomelitis y tuvo una pierna paralizada varios años. Pero ni siquiera eso pudo impedir que se convirtiese en la mujer más rápida del mundo. Wilma se retiró muy pronto (a los 22 años) para estudiar y convertirse en profesora y entrenadora.
Ella consiguió a su regreso de la olimpiada de Roma que en su pueblo, Clarksville, en Tennesse, se celebrase su triunfo en un acto sin segregación racial. ¡Pero tuvo que amenazar con no aparecer!